Día de Muertos

En México más que una festividad Cristiana es una celebración donde se mezclan tanto la cultura prehispánica como la religión católica.Dentro de éstas tradiciones se mezclan sentimientos contrastantes, como lo son el dolor de perder a un ser querido, unidos al colorido de la fiesta y la diversión.
La festividad del día de los muertos de divide en dos partes, la primera el día de todos los santos celebrada el 1 de Noviembre y la del día de los muertos del día 2 de Noviembre.

La muerte está unida a la vida, y por lo tanto unida al arte.
A lo largo de la historia del hombre la muerte se ha representado de las formas más variadas


Rembrandt: Lección de anatomía


Freddy Alborta: El cadáver del ‘Che’


Marcos López: La autopsia

En la Lección de anatomía, de Rembrandt, el cadáver aparece como un objeto carente de significado. Es decir, el cadáver aparece divorciado de la muerte. El énfasis que puso Rembrandt en las capacidades constructivas y expresivas de la materia pictórica nos convence fácilmente de que el verdadero tema de ese cuadro es la representación, más que lo representado. Para que no queden dudas, deja que al menos uno de los personajes mire al espectador. Si fuera una fotografía diríamos que “mira a la cámara”. De hecho, lo que más me atrae de ese cuadro es que parece responder a una estructura visual que es ahora inherente al acto fotográfico. Mediante esa estructura visual es que lo fotográfico se enuncia a sí mismo. Lo fotografiado se exhibe como “observado” y con esto denuncia la mirada del fotógrafo. El personaje que nos mira desde el último plano del cuadro de Rembrandt, también está devolviendo una mirada. Podemos decir que es sobre todo una mirada presentida. Con ese gesto nos obliga a evocar, casi con nostalgia, la mirada del pintor.

La escena está dispuesta para la mirada del pintor. Aunque el sujeto que hace la disertación se esfuerza en mirar hacia un punto ciego, donde el pintor evidentemente no está (y se esfuerza tanto que parece ignorar incluso a los otros personajes que atentamente se inclinan hacia él) lo cierto es que demuestra estar actuando con plena consciencia de la presencia del pintor. Las personas se distribuyen alrededor del cadáver, de manera que no se obstruya el punto de vista del pintor. La historia de la fotografía demostró después que ese es el mejor ángulo para fotografiar un cadáver, sobre todo cuando su exhibición busca sustraerlo del ámbito metafísico de la muerte.

La fotografía del cadáver de Ernesto Guevara yaciendo en un lavadero tampoco habla de la muerte, al menos no en términos metafísicos. Una metafísica de la muerte depende de cierta dosis de alegoría, y un cadáver exhibido es demasiado autosuficiente como para ser alegórico. Aquí lo importante es la identificación del muerto, la atribución de un nombre, la constatación de un hecho. Esa fotografía fue ante todo, noticia. Y pretendió ser, por encima de todo, un documento. Pero ya sabemos que la función principal del documento es confirmarnos que algo ocurrió o existió, y que en ese pretérito se encierra gran parte de las posibilidades estéticas de una foto. La foto, por sí misma, es siempre un documento de lo irrecuperable.

La composición es muy similar a la de La lección de anatomía. No es una cita, por supuesto, es solamente la repetición de un momento. Una lectura estética de esta foto no dependería tanto de la comparación con el cuadro de Rembrandt como del análisis de los efectos que tiene en nosotros la contemplación de este cuerpo muerto, tan propio, tan dedicado a sí mismo. Ese cadáver, objeto de escrutinio, es una cosa, que sólo adquiere personalidad con la identificación. Pero la subjetividad que tuvo alguna vez es una ausencia. Y esa ausencia sólo puede ser captada estéticamente, lo que es decir, mediante la conmoción interna de nuestra relación afectiva con lo real.

Si fuéramos a buscar algún tipo de enunciado en una fotografía como Autopsia (2005), de Marcos López, tendríamos que incluir todo lo mencionado hasta ahora en relación con el cuadro de Rembrandt y con la foto del Che. Porque aquí, con toda intención, el autor ha reconstruido una estructura para exhibirla como lo que es: un modelo de representación. Pero Marcos López va un poco más allá, pues además de un esquema de representación de un cadáver (como hecho y como noticia también) está sugiriendo que la muerte (o su alegoría) son suplantadas cotidianamente por la representación. En esta foto, lo alegórico se refugia en la cita. La muerte del sujeto fotografiado es evidentemente ficticia –y en tal sentido es también alegórica- pero no se refiere a una Muerte total, sino a los modos en que esa muerte total ha visto socavada su condición metafísica por sucesivas representaciones. En verdad, lo que presiento en esa foto es la muerte (o tal vez la autopsia) de un modelo iconográfico que se remonta a La lección de anatomía y que pasa por las varias fotografías que existen del cadáver del Che Guevara (en ese modelo podríamos incluir las fotos del cadáver de Zapata o el Cristo de Mantegna, por ejemplo).

Si en los antecedentes de esta foto podemos encontrar la exhibición (la exhibición del cadáver, en última instancia) como parte del tema representado, aquí a lo que asistimos es a la exhibición como valor general y justificación de la obra misma. Un valor que neutraliza las posibilidades de culto (culto a la muerte o culto al cadáver, culto al original o culto a la pérdida en fin de cuentas). Se ha neutralizado por lo tanto la posibilidad del duelo y de la nostalgia.

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